jueves, 17 de diciembre de 2009

ORACION DEL CABALLO

Te presento, Maestro, mi oración:
Aliméntame y calma mi sed.
Cuando vuelva del duro trabajo diario,
dame asilo en una cuadra limpia.
Háblame, pues tus palabras serán
más eficaces que las riendas o los latigazos
y enséñame a trabajar de buena gana.
Si no te entiendo pronto, por favor,
no te enfades ni te apresures a coger la fusta;
en su lugar examina bien las riendas,
pues a lo mejor están confundidas.
Mira si las herraduras no lastiman mis pies.
Si dejo el pienso y no como, mira mi boca y mis dientes.
Maestro mío:
Cuando los años me hayan usado y debilitado,
haciendo de mi un pobre invalido,
por favor te lo pido, no me condenes a morir
lentamente de hambre.
Tu serás mi juez y mátame con tu mano
para que no sufra en vano.
En fin, Maestro, perdona que te moleste
con esta humilde oración, en nombre
del que en una cuadra también nació.

No hay comentarios:

Publicar un comentario